18 abril 2008

AMERICA (POR EL 1600...)

Después de tres largas jornadas de cumplir con nuestra mita (1), mis compañeros y yo regresamos a nuestro ayllo (2). De repente, el humo, y algunos lejanos lamentos, ya inalcanzables, nos empezaron a llegar. Desesperadamente corrimos, pero ya nuestra aldea había sido arrasada, la habían quemado con sus niños y sus madres, mujeres y ancianos. Sabíamos de los conquistadores y de lo que hacían... pero nosotros no éramos más que una pacífica y aislada aldea... Una extrema impotencia nos invadió entrecortándonos el corazón y nos hacía retorcer de dolor y preguntarnos una y otra vez ¡¡¡¿por qué? ¿por qué? ¿por qué...?!!!

Este hecho ya nos había transformado, de ser un pequeño grupo de campesinos pacíficos a ser casi los últimos rebeldes dueños de la resistencia.

A los días de llorar y enterrar a los muertos, los fuimos superando noche a noche con improvisadas ceremonias. Nos pintábamos, olíamos el humo de la coca mezclado con otras hierbas, danzábamos, bebíamos chicha (3) y cantábamos las antiguas victorias de nuestro pueblo. Así fue que nos prometimos ser la invencible barricada que detendría los planes de la conquista del invasor. Nos hicimos de viento y barro, humo y lluvia, mazo y lanza con la idea de llegar a los crueles asesinos y darles, de una vez por todas, el destierro del continente y de sus propias vidas.

Una de esas noches, realizando uno de nuestros ancestros ritos, no supimos a qué ciegos y sordos lugares nos adentramos, porque no vimos ni escuchamos llegar al enemigo. De pronto... sus ruidosos arcabuces, nos apuntaron y perforaron nuestros pechos. Así y todo, nuestros puños se cerraron y con las manos desnudas, apuntando al cielo, salimos a enfrentarlos. Heridos, casi sin vida, seguimos combatiendo, a pesar de seguir recibiendo más golpes, disparos y sablazos, mis amigos y hermanos, antes de irse, se llevaron consigo a algo más de cincuenta de ellos. Yo sólo me llevé conmigo a cinco o a diez, no importa, perdí la cuenta.

Así nos mataron esa noche, éramos campesinos pero morimos como sagrados guerreros de Inti (4) y Viracocha (5). Regando la tierra con nuestra sangre, para enorgullecer a la Pacha Mama (6)...

Y desde un fulguroso cielo de sol y maíz, maldijimos a la misma Malintzin (7), y dimos nuestra bendición a los que luchan y siguen luchando por la liberación de los pueblos...

Esa noche, de alguna forma, todos recordamos y entendimos las palabras de nuestro antiguo hamawt’a (8), que siempre nos repetía en su secreto idioma, «Matui impilí yúh • eumú kimáh thié • huimi chaqué • metuí kimará mité. • kais pna intin mwanhé • catuhé malí, • ehuén isá • poké yúh imé. • eumú kimah thié • hué, huié kai hué (Cuando al final del tiempo • y el sol esté en el ocaso • se te nombrará • como su heredero. • Entonces serás signo • de toda tierra y luz, • para los hombres • y para las razas. • La condición es que • ames, ames y ames...)» quizás él estaba allí.

Después de viajar por los tiempos, me di cuenta que nadie recordará nuestros auténticos nombres quechuas-aymaráes. Pero sí sé que con los años, a mis compañeros los recordaron como a los próceres de la libertad.

Mi nombre no importa, yo me mezclé en el pueblo, para descubrirlos y sostenerlos. Mis compañeros son y serán los «José», los «Manuel», los «Bernardo», los «Simón», las «Juana», los «Ernesto», y «Los etcétera» que sean.

Una cosa más, a tí que lees o escuchas esta historia, acuérdate siempre de qué estás hecho, de dónde vienes, de amar y de ser libre, porque sólo así, te recordarán por el nombre que hoy tienes...

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1. Ayllo (o Ayllu) era la denominación para comunidad de campesinos unidos por vínculos familiares, que tenían la misma ascendencia y compartían un mismo territorio.
2. La Mita era una especie de servicio al Inca. Eran trabajos periódicos rotativos individuales o colectivos, con este sistema se construían puentes y caminos y trabajaban la tierra del rey.
3. Chicha es una bebida fermentada de maíz y otros granos y hierbas.
4. Inti: Dios del Sol
5. Viracocha: Dios creador de todo
6. Pacha Mama: Madre Tierra, Divinidad Femenina de la tierra y la naturaleza.
7. Malinche: (Malintzin o Doña Marina), era el nombre de la intérprete nativa de Hernán Cortéz. La crónica , casi leyenda, nos cuenta de la traición de ella a su gente. Si bien pertenece a la historia azteca... Es probable que el relato de la traición de la Malinche se haya esparcido al cabo de un tiempo y se conociera entre todos los habitantes americanos...

8. Hamawt'a: Nombre de los sabios, dedicados a la enseñanza formal, religión, historia, idioma etc.


Con motivo del Día Americano del Indio (19 de Abril)

05 abril 2008

EL JUEGO DE LOS SENTIDOS

Se trataba de que uno, pañuelo grande mediante, le tapara los ojos al otro.
El objetivo, era reconocer olores y sabores.
De estos intentábamos adivinar, los más comunes y cotidianos, hasta los más ricos y raros.
Al juego le alternábamos probar pedacitos de comidas, íbamos mezclando lo que había, jugos, galletas, frutas, verduras y especias de todo tipo...
Eramos casi expertos en hacer mezclas y brebajes exquisitos.
Ajustando los sentidos y la intuición, normalmente, adivinábamos...
El que ganaba ganaba y el que perdía perdía, era sólo eso...
En el fondo creo que sabíamos que la voluntad escondida era probarnos, de curiosos nomás, la confianza de nuestra amistad adolescente.
Así, compartimos una tarde y momento, inolvidables, en que llevamos este entretenimiento a otros placeres... el juego de los sentidos, se volvió mágico, sensual y especial.
El pasatiempo nos llevó a probar y degustar desde olor y sabor de los dedos, manos, curvas y contracurvas hasta nuestros propios rincones y escondites... sentir la piel de las bocas, cerrar los ojos y los etcéteras que se te ocurran.
Solo recuerdo eso y que fuimos testigos de la vergüenza de nuestro entorno y la alegría de descubrirnos...