Escarbo en la memoria de la infancia para descubrir mis juegos preferidos.
Me encuentro con muchos, con los buenos y con los malos, los largos y los cortos, los tediosos y los divertidos, los que son de colores y los otros más comunes. Pero me sorprendo, gratamente, con el mundo de los juegos inventados por mi. Estos son mis preferidos. Según pasa el tiempo, estas creaciones son más y más sofisticadas. Me alegro más, cuando entiendo que estas materializaciones de la pura imaginación son manejadas con el grado de maestría. Y claro, son mis reglas, adaptadas a nadie más que a mí.
Otros manipuladores juegos psicológicos, también perfeccionados, me hacen escapar cómplices sonrisas. Sobre todo por ese, que me hace pasar inadvertido casi todo el tiempo, para aparecer desplegado y brillante al lado de la elegida de turno para sorprenderla y enamorarla.
Cuando intento dar por cerrado el trabajo de acordarme de las lúdicas horas de cada etapa de la vida, me dan unas ganas locas de jugar. Y son tan fuertes las ganas, que equivoco a propósito el paso y entro más profundo. Entonces, me encuentro con muchos «yo». Con uno de 5 años, desarmando el juguete de las luces. Con otros tantos de 6, 7 y 8 que quieren jugar a esconderse. Mientras que un sombrío de 9, animado por el grandote de 16, se ocultan detrás de una hoja de papel y un lápiz trazando intrépidas máquinas y armas de los innumerables nuevos héroes que salen de esas imaginaciones. El de 10, quiere jugar a la pelota, no es hábil pero lo motiva imaginarse ser un nuevo crack del club de sus amores. El otro tiene un año más, y empieza a jugar en lo más profundo de su corazón que se enamora. El de 12, se revela, es el terror del barrio. El que le sigue, lo mira sobradamente, cuestionándolo. El de 14, era mejorcito, pero la soledad lo abruma, sueña juegos dónde él es el amo del mundo. El de 15, conoce que un beso no es un juego y enloquece de gusto. El de 17, es tímido, pero suena en las cuerdas de un piano que lo hacen jugar vibrando la música en su alma con los sonidos que va descubriendo. El de 18, se desdibuja un poco, no se qué hace, por que no sabe qué quiere. El de 19, lo visten de verde y le ponen un fusil, es obligado a jugar a una estúpida obediencia. Y los otros, los siguientes, no están, no juegan o no los veo. Ya sé, los descubrí. Se están olvidando de jugar. ¡Piedra libre para todos! Grita un joven futuro yo, más sabio y lleno de luz. Nos convoca y decido jugar con todos a las «descubridas». Soy todos ellos, aun los invisibles de los casi últimos 20 años. Los pasados y futuros se convierten en mi propio presente, los animo a todos desde esta eternidad, los concilio en mi, soy todos ellos, los cuido, los elijo, trasciendo y soy feliz por eso.
5 comentarios:
Gracias por las buenas cosas que has sembrado en mi.....tu apoyo y tus críticas me influenciaron mucho cuando me costaba la subida.....
Me gusta tu estilo, un estilo creciente, que no se ata, que aunque se palpitan influencias tiene una impronta personal indiscutible y agradable.
Éxitos, Tony!
Me encataría ver un comic hecho por ti. Me imagino, por tu estilo, una cosa hellboística, o algo bisleiano.
Un saludo!!!
Que bueno es recordar ¿Verdad?
Gracias por hacerme reflexionar un poco.
Saludos
De nada Parker... muy alagador tu comentario... Vos ya tenés un gran estilo.
La verdad es que me encantaría... tengo un par de proyectos que vengo postergando hace mucho... (algún día...) y ojalá pueda parecer a alguno de los trabajos de Bisley...
Namasté... gracias por pasar...
Se le agradece, maistro Jirafales....
Un saludo. Pronto te escribiré.
Hata entonces.
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